El Yoga Restaurador es una práctica suave y pasiva de yoga que nos invita a detenernos y a recuperar la calma en medio del ritmo acelerado de la vida.
Las posturas se realizan acostados, reclinados o sentados, siempre con el apoyo de varias mantas, bloques, cojines o almohadones (bolsters), para que el cuerpo se sienta completamente sostenido y pueda relajarse sin esfuerzo. Dejamos el peso del cuerpo confiando en los puntos suaves de apoyo en el suelo y materiales que utilizamos. Y en todo momento cuidamos las articulaciones para que tobillos, rodillas, caderas, hombros, etc estén protegidos y cómodos.
Más allá del descanso físico, el Yoga Restaurador tiene una profunda dimensión simbólica: es como una tortuga que recoge sus cuatro patas y su cabeza hacia dentro. De forma simbólica, en esta práctica retraemos nuestros cinco sentidos (vista, olfato, oído, tacto y gusto), tal como describe el concepto sánscrito Pratyahara, para dirigir la atención hacia el interior y cultivar serenidad.
Beneficios del Yoga Restaurador
Equilibra el sistema nervioso simpático/parasimpático.
Alivia tensiones físicas acumuladas y malas posturas adquiridas durante el día.
Mejora el descanso y la calidad del sueño.
Favorece la concentración y la claridad mental. El foco atención.
Genera una sensación de paz y equilibrio interior.
Un entorno que acompaña
En mis sesiones de Yoga Restaurador cuido cada detalle: la luz natural, la música es suave o con sonidos naturales, una temperatura cálida y el aroma de lavanda crean un ambiente que invita a soltar y descansar. A través de una guía atenta y cercana, cada persona encuentra su propio espacio de calma y autocuidado.
Practica en casa
Puedes adaptar una sesión de Yoga Restaurador para hacerla en casa, tan solo 3 o 4 posturas pueden practicarse en una sesión de unos 20 minutos por la tarde o antes de dormir.
Alguna de las posturas estrella que utilizo en mis secuencias restauradoras son: balasana o la postura del niño (en la foto), viparita karani o piernas en alto, postura del puente con apoyo bajo la pelvis o savasana (acostados boca arriba).
Mi historia con el yoga
Mi camino en el yoga comenzó en el 2010 cuando vivía en Toronto, Canadá. Al principio lo veía como un ejercicio físico y practicaba en un centro deportivo grande, pero pronto descubrí que me aportaba serenidad y una forma más amable de afrontar la vida en una gran ciudad. Con la práctica constante, entendí que el yoga no solo fortalece el cuerpo, sino que también transforma la mente y da serenidad a la hora de tomar decisiones importantes.
Con el tiempo me formé en la disciplina en varias escuelas y pronto empecé a enseñar, integrando mi pasión por el yoga y la psicología.
Desde entonces he acompañado a personas de todas las edades y contextos, y he comprobado que cualquier persona puede beneficiarse de esta práctica. Para mí, el Yoga Restaurador es un recordatorio de que descansar también es sanar, y de que en la quietud es posible volver a conectar con lo más profundo de nosotros mismos.
He tenido el privilegio de enseñar yoga a personas desde los 8 hasta 96 años de edad, en ámbitos tan diversos como estudios de yoga, hospitales pediátricos y geriátricos, centros de acogida y centros socio-culturales.
Realmente considero que cualquier persona puede beneficiarse de las prácticas de yoga, tanto si se practica sobre una esterilla en el suelo, como en una silla en un escritorio, o en la cama de un hospital.
Si puedes respirar, puedes practicar yoga: la unión de cuerpo y mente.
Amanda Celis

